Adolescencia y alimentación

La adolescencia es una etapa de la vida especialmente vulnerable tanto desde el punto de vista físico como psicológico. En este periodo el individuo experimenta un pleno desarrollo de su organismo, así como una aceleración en su crecimiento. Es por ello, que una correcta nutrición es especialmente importante ya que son necesarios los nutrientes adecuados que van a facilitar el crecimiento y desarrollo óptimos del individuo. La nutrición juega un papel crítico en el desarrollo del adolescente y el consumo de una dieta inadecuada puede influir desfavorablemente sobre el crecimiento somático y la maduración sexual. La conducta y los hábitos alimentarios, que influyen en las preferencias de alimentos, se adquieren de forma gradual desde la primera infancia. Como resultado final se obtiene la configuración de los hábitos alimentarios que van a influir en las preferencias y aversiones definitivas del individuo, en el estado de la salud presente y futuro, y en el riesgo de sufrir determinadas enfermedades en la edad adulta. Por ello, el objetivo de este capítulo se centra en dar unas pautas y recomendaciones nutricionales para crear hábitos de vida saludables principalmente enfocados a la población adolescente.

El entorno familiar y escolar tiene una importante misión a la hora de estimular la actitud del adolescente en lo que se refiere a hábitos alimentarios. Además, la preocupación que tienen los adolescentes de ambos sexos por su imagen corporal les condiciona a llevar a cabo dietas orientadas a acercase a un ideal de belleza, con la consiguiente adquisición de malos hábitos alimentarios, que pueden dar lugar a serios trastornos de la conducta alimentaria. Por todo ello, es muy importante transmitir a los adolescentes el respeto y la aceptación de su propio cuerpo, al mismo tiempo que unos hábitos alimentarios y de vida adecuados. Además, en muchas ocasiones la comida sirve para canalizar la angustia, lo cual que puede llegar a desembocar en graves trastornos de la conducta alimentaria, ya sea por adquisición de hábitos relacionados con la disminución de la ingesta (provocando desnutrición) o por comer de forma compulsiva (produciendo obesidad).

La alimentación debe ser variada, el organismo necesita diferentes nutrientes para estar sano. Ningún alimento contiene todos los nutrientes, de modo que no conviene comer siempre lo mismo. Una dieta variada, que incluya alimentos de todos los grupos de alimentos es la recomendada, tanto desde el punto de la energía total como de los micronutrientes.

Una dieta equilibrada y nutritiva proporciona al cuerpo los nutrientes  esenciales que necesita para funcionar de manera óptima. Esto incluye vitaminas, minerales, proteínas, carbohidratos y grasas saludables. Cuando seguimos una dieta rica en alimentos integrales, frutas, verduras, granos enteros y proteínas magras, estamos proporcionando a nuestro cerebro los combustibles necesarios para un rendimiento óptimo.

Uno de los principales beneficios de una buena alimentación es su capacidad para mejorar la concentración y la atención. Los alimentos ricos en ácidos grasos omega-3, como el salmón, las nueces y las semillas de chía, han demostrado mejorar la función cognitiva y la concentración. Del mismo modo, los carbohidratos complejos, como los que se encuentran en los cereales integrales, proporcionan energía de liberación sostenida, lo que ayuda a mantener niveles estables de glucosa en sangre y evita los picos y caídas de energía que pueden afectar la concentración.

Una buena alimentación no solo afecta al rendimiento académico a nivel cognitivo, sino que también influye en la estabilidad emocional y el bienestar mental. Los alimentos procesados, ricos en azúcares añadidos y grasas trans, pueden contribuir a cambios de humor, fatiga y dificultades para concentrarse. Por otro lado, una dieta equilibrada que incluya alimentos frescos y nutritivos puede ayudar a mantener un estado de ánimo más estable y promover la salud mental en general. En resumen, la conexión entre la alimentación y el rendimiento académico es innegable. Una dieta saludable y equilibrada proporciona los nutrientes necesarios para alimentar tanto el cuerpo como la mente, mejorando la concentración, la atención, la memoria y el bienestar emocional. Al hacer elecciones conscientes sobre lo que comemos, podemos optimizar nuestro rendimiento académico y maximizar nuestro potencial de aprendizaje

AINARA J. ZARRAGA B

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